domingo, 14 de enero de 2007

2: Dos pequeños acordes


-No mientas Laura, mirá que Dios de va a castigar.
Laura muerde la comisura de sus labios, hoy ha dicho muchas mentiras en la escuela. La engreída de Graciela se quedó muda cuando le contó lo de su hermano mayor. El mapa en la pared, otra vez mostraba los rosados y verdes desteñidos y el pizarrón, aquella letra irritante de la señorita Lucía. Lápices de colores. Un tintero volcado.
-Te juro que es verdad.
La mujer vuelve a su tarea, refunfuñando, luego de mirar a Laura de reojo. El gato contempla la escena sin intervenir, apenas si gradúa sus pupilas hendidas. La madre abre cajones en el armario, descuelga un cucharón y con él revuelve dentro de la olla. Laura mira cómo cae la lluvia sobre el patio.
Eran las tres de la tarde cuando se le acercó el negro Ismael con sus labios amoratados de morcilla. El dibujo estaba en un papel arrugado que levantó en el brillo de la losa de sus ojos. La maestra borraba la frase del pizarrón. El papel cayó al suelo junto a los zapatos de los niños. Pronunciar correctamente las palabras. M delante de P o B. ¡Eso es malapalabra! La puta que te parió Gracielita, yo sé cosas que vos ni te imaginás. Dice José que le des un beso. Saliva en sus labios cuando lee. Cabeza enrulada. José. La novia de José


-Amalia, vos sos una negra buena. ¿Y si traigo mis cosas para acá y te acompaño? No está bien que una mujer linda viva sola. Dios no lo quiere. Además que yo también ando muy solo.
-Ajá, ahora me salís con esa? ¡Salí de aquí, negro sinvergüenza! Yo ya tuve un marido y no quiero otro.

-¿Qué se hizo Papá Claudio, Amalia?
-Dios se lo ha llevado.

La noche cubre la casa de los negros como a todas las del pueblo. Un candil rasga la tela de la pequeña ventana. El santo, con cara de rico, sonríe desde la estampita. En una caja de zapatos Ismael guarda unos lápices desparejos y una goma. Ayer la maestra se ha enojado mucho con él, quiere hablar nuevamente con Amalia. ¡Pero la noche es tan negra! Ahí está Amalia, calentando ese tazón para que se acueste con el estómago lleno…Cuando estaba Papá Claudio… Ellos se lamen el pelo con fijador y tienen olor a leche agria. Papá Claudio sí que era fuerte. Amalia boba. ¡Las cosas que dice a veces! De noche no. Las paredes verdes resaltaban sus dientes de nácar en un gesto luminoso de Amalia más joven. Echa la cabeza para atrás, redondea los ojos. Hay una tensión justa a lo largo de su piel brillante. Los talones. Ese verde de las paredes está en sus piernas cuando ella parece querer bailar. Y el candil volvió su llama, encarnada y lastimosa, de un rosado hiriente. Aquella noche de las paredes verdes. Mucho más verdes que ahora.
(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)

Technorati Profile

No hay comentarios.: